Esta es una habitación destinada a la proyección continua de un vídeo, para la documentación de la monumental y frágil instalación realizada por Christian Boltanski en el desierto de Atacama en los años 2014 y 2015.

Con dos cilindros concéntricos y dos extensiones, a la manera de túneles de acceso, esta pieza escultórica busca erosionar su propia figura para representar un paisaje interior. Este es un espacio opaco, sin juntas y en penumbra, lo suficientemente áspero como para evocar el distante lugar original en el que la instalación de Boltanski fue grabada. De hecho, el radio del cilindro más pequeño está definido por un afinado equipo y por la distancia precisa para un observador inmerso en la imagen proyectada. El otro cilindro, en tanto consecuencia de la reversible ruta para ir de un exterior a otro exterior, puede ser entendido como un mero resto del rincón en el que se proyecta el paisaje reproducido.

De alguna manera es difícil entender cómo un pequeño edificio puede contener un paisaje enorme en sus entrañas. Aquí, aquello que parece ser un gesto defensivo hacia el jardín circundante, no es más que un remanso para un ensortijado y breve traslapo entre ficción y realidad.