Museo en una industria del s. XVIII, Grand-Hornu

Museo en una industria del s. XVIII, Grand-Hornu


El enclave minero de Grand-Hornu, en la región belga de Valonia, forma parte de esa vasta geografía del carbón que se extiende desde las cuencas alemanas del Emscher y el Ruhr hasta Lille y Tourcoing en Francia. Sus orígenes se remontan a 1783 y conservó su actividad hasta mediados del siglo XX. Sobre un paisaje modelado por la explotación, el conjunto —cuya parte más significativa construyeron Pierre Cardona y Bruno Renard con la gramática neoclásica de Ledoux— se ordena a partir de un gigantesco patio oval circundado por edificios de ladrillo, y por su magnitud puede considerarse un ejemplo de urbanismo industrial.

Condenado a ser demolido tras el cese de la producción, el Grand Hornu se salvó en parte gracias a que fue adquirido a principios de los años1970 por un arquitecto que mantuvo abiertas al público las instalaciones, que durante dos décadas albergaron desde oficinas a diversas actividades culturales, pasando por un museo de la minería que llegó a ser muy popular en los años ochenta. De titularidad pública desde principios de los noventa, se ha completado ahora la primera fase de su transformación en museo de artes contemporáneas de la Bélgica de habla francesa. La institución se ha creado con la vocación de ser a la vez un espacio de colección, de exposición y para la educación; y el proyecto arquitectónico se ha acercado a las construcciones existentes considerándolas como parte sustancial de este paisaje explotado y con el objetivo no de crear un museo-objeto, sino un polo de atracción social y cultural que acabe por tener la misma importancia a escala territorial que en su día tuvo como centro productivo.

Proporción, luz y escala son las tres herramientas básicas en las que se ha apoyado la intervención para inducir el diálogo entre la construcción existente y la nueva edificación, que alberga locales técnicos, salas de exposiciones y de proyección, además de un auditorio. La expresividad tectónica del ladrillo original se confronta de ese modo con la serenidad monocroma de los nuevos muros y de los pavimentos de piedra o de madera, favoreciendo una dialéctica continua entre los usos contemporáneos, la memoria de los edificios y su organización en recintos. Una vez concluida esta primera fase, a partir de la que ha quedado establecido un modelo de ocupación destinado a garantizar la supervivencia de la implantación original, se cede a otros arquitectos la oportunidad de acometer las sucesivas ampliaciones que se irán llevando a cabo en los próximos años para crear más espacios acordes con un programa artístico en constante evolución.


Cliente Client

Communauté Française de Belgique, Province du Hainaut

Arquitectos Architects

Pierre Hebbelinck

Colaboradores Collaborators

A. Richard, C. Charbaut, P. deWit, E. Demoulin, F. Laumont, G. Honoré, J. Antoine, J-P. Possoz, L. Clapdorp, M. Serrão, O. Verdique, B. Brasseur, B. Brahy, J. F. Jaumotte, J. M. Sojic, M. H. Gérome;

Consultores Consultants

Sitech, VanWetter (estructura structure); Cédia (acústica acoustics)

Fotos Photos

Hélène Binet; Alain Breyer