Dócilmente posado sobre una topografía de líneas suaves, este museo emula con su forma la caída de una gota de agua sobre los cultivos de arroz que caracterizan el paisaje de la isla japonesa de Teshima, situada en el mar interior de Setouchi. Dos ligeras cáscaras de hormigón blanco de 25 cm de grosor con orgánicas formas, además de una pequeña sala de recepción enterrada, albergan las instalaciones del museo, que se relacionan por un recorrido que muestra el entorno natural y permite observar la intervención desde diversos puntos de vista. La mayor de las ‘gotas’ alberga la única sala de exposición, un espacio diáfano y sobrecogedor de 40x60 metros sobre el cual se recortan dos orificios elípticos en la cubierta cupulada. Estos grandes agujeros descubiertos permiten asomarse al exterior e introducir elementos naturales cambiantes en el interior como luz, brisa, lluvia o fauna. El museo se diseñó para constituir por sí mismo una obra de arte que interactúa con el ambiente de su entorno, fusionando el paisaje, el arte y la arquitectura en una entidad espacial. Para la construcción de las cúpulas se realizó primero un molde de tierra endurecida y mortero con el volumen de los espacios a cubrir, que fue usado como encofrado, y que se retiró tras el fraguado del hormigón armado.