Mercado plazoleta en Real de Catorce
Alex Jaeggi  Urs Pfister 

Mercado plazoleta en Real de Catorce

Alex Jaeggi  Urs Pfister 


De los casi quince mil habitantes que llegó a tener en su momento de mayor auge, a finales del siglo XIX, el pueblo originalmente denominado Real de Minas de Nuestra Señora de la Limpia Concepción de Guadalupe de los Álamos de Catorce —hoy Real de Catorce—el cierre de las minas a principios del siglo XX hizo descender la población hasta los 250 habitantes. Real se convirtió en una ciudad fantasma, con impresionantes vestigios de su

pasado colonial: además de la magnífica iglesia de 1817 y estilo neoclásico, contaba con un teatro donde se representaron zarzuelas, casa de la moneda de 1865, un palenque para peleas de gallos de 1863 y una plaza de toros del mismo año. Desde su fundación hacia 1770, Real de Catorce vivió la fiebre de la plata en dos oleadas (1779-1819 y 1885-1905). El agotamiento de las vetas, que habían sido abundantísimas, dejó el pueblo casi vacío, desconectado del mundo a 2.750 metros sobre el nivel del mar, en pleno altiplano mexicano, comunicado con el exterior a través de un túnel de 2.260 metros abierto a pico en la sierra, el túnel Ogarrio, inaugurado en 1902, justo antes del fin de su segunda edad de oro.

En los últimos diez años la localidad ha experimentado un desarrollo turístico acelerado y hoy corre el riesgo de que el propio turismo destruya sus cualidades. Por ese motivo, el municipio ha acometido una serie de operaciones para mejorar la infraestructura turística. Una de ellas es la remodelación como mercado para vendedores ambulantes de la zona de acceso al pueblo, entre el túnel Ogarrio y la calle principal. Además impulsó un experimento social al construir en administración directa y con mano de obra local.

El proyecto se propuso alojar a los vendedores ambulantes, para darles mejor visibilidad desde el espacio público, lo cual llevó a renunciar al esquema tradicional de mercado mexicano a favor de un conjunto lineal que acompaña la calle principal. Ambos edificios forman una franja en dos niveles y albergan cincuenta locales de venta; los locales de la planta alta se agrupan alrededor de patios con acceso desde la calle principal. En la planta baja hay locales de comida oportunamente abiertos hacia la plazoleta —donde se ha plantado arbolado de sombra y dispuesto posibilidades de asiento—, baños públicos y una sala de espera para los autobuses de línea que conectan con las ciudades vecinas. Con sus muros de piedra natural, cortada según la tradición local—marcos de cantería y fábrica mampuesta—, el edificio se integra en un pueblo esculpido de piedra. Un ritmo de proyecciones de luz cenital resalta las entradas a los patios, sugiriendo la imagen de una ruina.


Obra

Mercado plazoleta, Real de Catorce (México).

Clientes

Municipio de Catorce.

Arquitectos

Alex Jaeggi y Urs Pfister.

Colaboradores

Rafael Hernández.

Fotos

Alex Jaeggi.