En un área conocida como Puerta de Hierro, en la localidad mexicana de Zapopan (Jalisco), comienzan a proliferar los edificios corporativos y los inmuebles de oficinas. En este entorno cambiante, y con un alto riesgo de seísmos, se recibió el encargo de dar forma a un edificio que acogiese despachos y espacios de trabajo que posteriormente serían puestos en alquiler, por lo que era preciso —como estrategia comercial— que la construcción se hiciera visible entre los inmuebles vecinos. Se definían los metros cuadrados (17.000 incluido el aparcamiento) pero no la dimensión del bloque.

La solución a los requerimientos de singularidad que el cliente demandaba vino de la mano de una torre de 70 metros de altura y planta en forma de trébol, con las oficinas compartiendo espacio en cada una de las tres ‘hojas’ y las circulaciones verticales, también en tres columnas, dispuestas entre ellas. El aparcamiento subterráneo, de cuatro plantas, ocupa 10.000 m2, con lo que los restantes 7.000 quedan para las dieciséis alturas de la torre.

Los tres núcleos de hormigón armado —a base de muros curvos de hormigón blanco de espesor variable de 15 a 30 centímetros— constituyen la única estructura de sujeción del edificio. La cimentación se realiza por medio de losas de un metro de canto, una para cada núcleo de hormigón. De los muros parten en voladizo vigas en celosía de acero laminado, visibles en la torre a cada lado de las áreas de oficinas. Los forjados se llevan a cabo con losas unidireccionales postensadas, con luces de hasta 22 metros y canto fijo de 40 centímetros, que se unen a las jácenas sin ayuda de ningún pilar, con lo que el espacio de cada una de las ‘hojas’ queda libre y diáfano para ser ocupado por las oficinas, que se amueblan y compartimentan según se desee.

El espacio central, abierto, se ilumina lateralmente a través de los enormes huecos que resultan de suprimir alternativamente tres plantas de cada módulo de oficinas. No sólo la luz, sino también el aire atraviesa el vacío, ventilando el edificio y haciendo posible prescindir de climatización artificial. En el nivel inferior, este espacio hace las veces de atrio de acogida levemente elevado, y se asciende hasta él por medio de una escalera de carácter monumental; en la parte superior, el patio se desdibuja gradualmente, conforme desaparecen, a diferentes alturas, los tres módulos de oficinas.

Una piel de celosía de madera recorre las fachadas acristaladas. Separada del cerramiento de vidrio, confiere a los tres prismas volados una mayor sensación de ligereza, a la vez que las lamas permiten controlar a voluntad la incidencia del sol...[+]