Escuela de Arquitectura, Marne-la-Vallée
Bernard Tschumi 

Escuela de Arquitectura, Marne-la-Vallée

Bernard Tschumi 


Florence Michel

Por azar Bernard Tschumi ha inaugurado casi a la vez el Lerner Hall de la Universidad de Columbia —que aloja servicios para los estudiantes— y la primera fase de la Escuela de Arquitectura de Marne-la-Vallée. Los dos edificios surgen de contextos diametralmente opuestos. El primero se inscribe en un campus denso —inserto en pleno Manhattan—, donde lo existente impone una determinada configuración y sus correspondientes restricciones; y el otro se levanta en un lugar apenas urbanizado, que se corresponde con la idea francesa de campus, no lejos del no man’s land.

Tschumi ha tenido ocasión de contrastar su experiencia docente y como director de una escuela de arquitectura, la de Columbia precisamente, en estos dos proyectos, así como en la Escuela de Miami, cuyo encargo también se le ha confiado. Entre un sitio y otro, el contexto determina una aproximación distinta al edificio docente, y así en Marne-la-Vallée la escuela pertenece a la Cité Descartes, y se sitúa a pocos metros de la gigantesca escuela de ingeniería de Chaix y Morel (véase Arquitectura Viva 53) y próxima a un bosque; por otra parte, la gran avenida que conduce hasta allí tampoco incita al vagabundeo. Había por tanto que salvar el escollo y crear un edificio dotado de su propia urbanidad, susceptible de acoger la vida y generarla por sus propios medios. 

Ángulos de apropiación
El edificio reúne a 500 estudiantes, pero en una fase próxima serán hasta 1.200 alumnos. Este detalle determina su curioso aspecto, en especial el del vestíbulo todavía medio virtual, con el arranque de la gran escalera a la espera de alguna cosa de la que colgarse. En la fachada sur, la alineación de la serie de bloques se interrumpe. La dimensión formal se revela así secundaria o incluso inexistente, ya que lo que está en juego es la capacidad del edificio de afirmarse «por su programa y sus potencialidades como un condensador urbano, susceptible —dice Tschumi— de acelerar una transformación cultural o social.» 

«Hemos buscado diseñar un espacio de la era del módem y de la movilidad, un nuevo tipo de escuela que no se inspira en la tradicional beauxartiana, ni en la Bauhaus ni en ninguna otra posterior». Todas las partes se organizan en torno a un gran espacio central «no programado, un espacio del acontecimiento, activado por la densidad de lo que lo rodea». La totalidad de los elementos del programa se abren a esta plaza interior, donde se reúnen las circulaciones. Todo movimiento, toda actividad son objeto de una puesta en escena obligada. Un espacio de «la circulación» que conoce tiempos, densidades y ritmos diferentes: el orden de la deambulación o, más rápido, el «circuito abreviado» de pasarelas o escaleras, sin hacer obligatorio el paso bajo el auditorio, suspendido en el centro del espacio. Sobre el techo del anfiteatro y a la altura de la última planta pueden ocurrir todo tipo de cosas: exposiciones o encuentros. La arquitectura y la vida del edificio se aprehenden en cualquiera de sus niveles o desde cualquier ángulo. 

Las condiciones de la enseñanza y de la invención se crean así por las modalidades de la arquitectura; o, dicho de otro modo, la lógica del edificio obedece a una ambición pedagógica. Según Tschumi, la cultura arquitectónica no se enseña en las aulas, sino en los pasillos, en los intersticios, cuestionando una vez más esa noción del in between que tanto le interesa. Y de ahí la multiplicidad de los espacios de apropiación. Desde el vestíbulo, desde las distintas crujías o desde el techo del auditorio es posible ver la actividad de los estudios y seminarios. Los primeros tienen la misma estructura flexible de un loft a doble altura; los segundos, intercalados con aquéllos para favorecer el debate entre proyecto, historia y teoría, son intercambiables. La enseñanza se deja ver y se desenclaustra. Y de igual forma, los bloques de la fachada sur permiten una organización flexible de despachos y oficinas. Su fraccionamiento evita todo efecto monolítico y burocrático. El teórico que como docente ha sido Tschumi durante largo tiempo se ha pasado a la práctica, y no es casualidad que se dedique a los edificios pedagógicos...[+]


Obra
Escuela de Arquitectura de Marne-la-Vallée, Francia. 

Cliente
Ministerio de Cultura. 

Arquitecto
Bernard Tschumi. 

Colaboradores
Véronique Descharriéres, Alex Reid, Kevin Collins, Gregory Merryweather, Rhett Russo, Frederick Norman. 

Consultores
RFR (estructura), CIAL (acústica), Fouché (presupuestos), SETEC (infraestructuras), Hugh Dutton (fachada), Ursula Kurz (paisajismo). 

Contratista
Campenon Bernard. 

Fotos
Peter Mauss / Esto, Robert Cesar / Archipress.