Impulsado por el Ayuntamiento de Madrid junto con el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, en 2005 se llevó a cabo un concurso de ideas para trasladar la sede del segundo, en el cual resultó ganadora esta propuesta. El lugar escogido fue una gran manzana de la calle Hortaleza, lo que habían sido las Escuelas Pías de San Antón, un edificio dieciochesco en desuso y que contaba con una iglesia barroca de Pedro de Ribera que también debía rehabilitarse. El programa del concurso no se limitaba a ofrecer una nueva sede a los colegiados madrileños, ya que la antigua en la calle Barquillo parecía insuficiente en plena bonanza inmobiliaria, sino que se pedía también construir una serie de dotaciones municipales para servir a una zona del centro de la ciudad que carecía de esos servicios. Así, además de una escuela de música se planteaba la construcción de una escuela infantil, un centro de mayores y una piscina pública.

La demolición de las construcciones que fueron consideradas poco valiosas era necesaria para crear un jardín arbolado en el espacio central de la manzana, siendo esta la decisión clave que articula todo el conjunto. De este modo, el jardín constituye un lugar sosegado en pleno bullicio del centro y es hacia su calma que vuelcan los espacios de trabajo del conjunto, a través de unas fachadas muy permeables compuestas de una doble piel de vidrio extraclaro. Abiertas al jardín, el programa de la nueva sede del COAM se organiza de manera que las áreas culturales, cuyo carácter es más público, se disponen en las entreplantas de acceso, mientras que las zonas de oficinas se organizan en las plantas superiores . Por su parte, la escuela de música, que se sitúa junto a la iglesia, ocupa el ala más resguardada del edificio, y se organiza en torno al espacio en doble altura de la antigua sacristía. El resto de los equipamientos municipales se organizan en una pieza que se remata con las piscinas, situadas en la planta superior y concebidas como singulares miradores sobre la ciudad.

En cuanto al cerramiento del conjunto, la fachada principal a la calle se ha conservado y consolidado, y se ha acabado con un mortero de cal con árido fino. Por encima, una logia mirador en cubierta dota de unidad de cornisa a toda la intervención y ofrece vistas sobre las cubiertas del centro histórico. Hacia el jardín, sin embargo, se ha utilizado un muro cortina compuesto de una doble piel que permite reducir las ganancias solares y que evacúa mediante convección la energía sobrante. Por otro lado, algunas fachadas se protegen mediante celosías cerámicas de varios tamaños.