Al igual que Chillida homenajeó a la mar con geométricas formas talladas en alabastro, un cine en Haikou quiere aludir a la condición marinera de la isla con esa misma mirada abstrayente y materialidad pesada: un oleaje cerámico que define suelos y bóvedas tanto como bancos, estantes y mostradores del foyer. La mareta de ladrillos además disimula instalaciones y luminarias para crear un ambiente continuo, que no se siente monótono merced al delicado tacto de las piezas y los resaltes de luz. En las salas de proyección, las combaduras dan paso a pórticos concéntricos, con suaves ondulaciones para prolongar esa inmersión en mar incierto...[+]