Al este de la nueva zona de desarrollo de Yangzhou y cerca del Gran Canal de China, que une Pekín y Hangzhou y tiene 2500 años de antigüedad, se halla este centro comunitario, que contrasta intensamente con los relucientes bloques de oficinas y las casas enfoscadas del entorno por su imagen rústica y contemporánea a un tiempo. Su objetivo es propiciar los encuentros entre los residentes de las poblaciones circundantes, a los que recibe en tres edificios, uno de ellos de planta rectangular, y los otros dos de planta cuadrada. Al rotar los volúmenes entre sí se desdibuja la sencillez del conjunto, que aparece como una abigarrada composición de ladrillo y de cubiertas negras.

La sucesión de faldones inclinados y enrasados confiere un aspecto despojado a los edificios. Cada uno de éstos ciñe un patio interior cuyo protagonista es un elemento diferente del jardín tradicional chino: el bambú, las piedras y el agua. A su alrededor, la escala de las piezas contribuye a crear una atmósfera rural. Por su parte, el material de los ladrillos proviene del lecho del río local, anclando así el proyecto al lugar. Además, estos ladrillos no se emplean sólo como revestimiento de los muros, sino que constituyen la propia estructura de la edificación, y se extienden también a zonas del pavimento.