En una zona agrícola de la comarca leridana de La Noguera, el Espacio Transmisor Del Túmulo/Dolmen Megalítico de Seró es un pequeño equipamiento cultural y comunitario, de usos y espacios polivalentes, que ocupa el terreno de dos huertos abandonados junto a la plaza de la báscula del pueblo. En 2007, las obras de construcción de una tubería de riego dejaron al descubierto unos valiosos restos arqueológicos: un megalito de 4.800 años de antigüedad formado por un túmulo delimitado por un anillo de piedras clavadas, cuyo rasgo más excepcional era la decoración geométrica esculpida en bajorrelieve, y que formaban parte, a su vez, de antiguas estatuas-estelas. El proyecto para el nuevo centro nació con el objetivo de albergar y hacer visitable el megalito.

Construido con materiales propios de la zona, el edificio salva el desnivel, de una planta, que existe entre la plaza y los huertos, y propone un recorrido por los diferentes espacios —espacio del vino, que ofrece el producto de las cooperativas locales y funciona como bar del pueblo, una sala polivalente que funciona como centro social, un espacio-museo que documenta el yacimento...— hasta llegar finalmente a la cámara de las estelas, a través de una espiral cuadrangular de pendiente casi inapreciable rodeada de piezas cerámicas caladas que dejan pasar la luz tamizada y el aire. En la cámara, la luz cenital focaliza la mirada sobre cada una de las piedras.

El proyecto utiliza algunos de los materiales de uso común en la construcción, y los reinterpreta desde sus propiedades, adaptándolos a las necesidades específicas y al entorno. Así, con ladrillo perforado y gravilla cerámica construye un pavimento exterior drenante, flexible a las deformaciones y capaz de aislar térmicamente, apropiado para el clima continental de la zona, con fuertes heladas en invierno. El del interior del espacio polivalente, de bovedilla y rasilla cerámica, está modulado como proyección de las bovedillas y las viguetas del forjado superior. El arco reparte las cargas uniformemente y la rasilla absorbe las deformaciones. Colocados por su parte inferior, ambos materiales trabajan como pavimento antideslizante.

En la sala que acoge las estelas, el cerramiento se construye con una celosía de botelleros cerámicos dispuestos en horizontal, con juntas rehundidas de mortero de cemento. En el espacio del vino, los botelleros se disponen en vertical, con botellas vacías fijadas con espuma a los huecos del botellero. En invierno, con el tapón puesto, las botellas funcionan como cámaras de aire.