Con el fin de conseguir la máxima flexibilidad en los espacios interiores, la estructura de este edificio universitario concebido con estrategias sostenibles —será la primera dotación docente en obtener el certificado LEED— se traslada a la fachada. Dispuestos cada 2,2 metros, los pilares de hormigón forman pórticos en los que se apoyan losas postesadas de 11 metros de longitud. Estos pilares quedan, sin embargo, ocultos tras la envolvente, una superficie de piezas que se repiten modularmente, y que resulta de componer dos órdenes: por un lado, la serie de bandas corridas de hormigón prefabricado descontaminante colocadas a la altura de los forjados; por el otro, la fachada ventilada cerámica cuyo tono empasta con el de las fachadas de ladrillo caravista de las construcciones del entorno. Con una superficie de 6.800 metros cuadrados, la fachada ventilada está formada por piezas extruidas de terracota, diseñadas de propósito para el proyecto, y dotadas con un estriado que les confiere una vibrante textura, una vez colocadas al sol.