La parcela elegida para acoger la vivienda de una familia en el gran Buenos Aires es en realidad una porción, estrecha y alargada, de uno de los barrancos de la costa atlántica. El lugar posee una más que densa vegetación, si bien su presencia se concentra en los bordes laterales y permite contemplar, en el extremo más oriental, la extensa franja de agua del Río de la Plata.

Con la intención de conservar esa visión desde el punto de acceso a la casa (en el extremo opuesto al río), el proyecto se apropia del conjunto del solar, evitando que la construcción de la vivienda genere una parte delantera y otra trasera. Para ello, el edificio se alarga en dirección este oeste y reduce al mínimo su superficie de contacto con el terreno, en el centro del solar: la disposición de los volúmenes que alojan las distintas partes del programa se entiende como un juego de equilibrios entre cajas de naturaleza y peso diferentes. En el nivel inferior se levanta una pieza de hormigón y escasos huecos que aloja el cuarto de instalaciones, el área de lavandería y una habitación de servicio. En el nivel superior, que alberga el acceso principal, se sitúa una caja de vidrio que vuela sobre la anterior en todo su perímetro, alojando el vestíbulo, la sala de estar, el comedor y una estrecha banda de servicio donde se embeben la cocina, el aseo y una escalera de un solo tramo; el voladizo que asoma sobre el barranco, con las mejores vistas, se convierte en una terraza de verano con una piscina al aire libre. En el último nivel se encuentra el tercer prisma, un volumen de hormigón que parece flotar entre la vegetación y que alberga el dormitorio principal en el extremo oriental, dos habitaciones menores en el centro y un cuarto de juego, con salida a la terraza superior, en el extremo occidental.

La elección de los materiales y la disposición de los huecos se suma al juego de las piezas: los óculos de barco abiertos en el muro de hormigón del prisma inferior, de tamaños diversos y ubicación irregular, se transforman en la sala de estar en lucernarios circulares que llevan la luz del sol, sin el tamiz del bosque, al interior de la vivienda; un paño de U-glass separa la cocina del corredor exterior proporcionando un cierto grado de privacidad en una planta concebida como una urna de cristal; una estrecha pasarela de hormigón sobrevuela el terreno relacionando la calle de acceso con la planta noble, mientras finos listones de madera cubren la terraza superior acercándola a los árboles que la rodean; por último, un dintel de acero inoxidable enmarca el paisaje convirtiendo la visión lejana del Río de la Plata en pared del salón... [+]