El estudio argentino liderado por Sofía Botteri y Patricio Connell proyecta esta casa para una familia joven con dos niños, situada en un club de campo de la provincia de Buenos Aires. Rodeada de árboles, la estructura modular que ocupa 180 metros cuadrados está definida por una composición de vigas Vierendeel de hormigón, apoyadas sobre ménsulas. En el corazón del volumen, un vacío actúa como regulador ambiental y suprime la idea de estratos separados. El cerramiento quebrado con tablones de madera móviles actúa como protector del sol y de la intimidad.