La casa se sitúa en Piedrabuena (Ciudad Real), sobre un solar entre paredes medianeras formado por un largo brazo de poco más de dos metros de ancho, abierto a la calle y que se extiende hacia el interior hasta conectarse con la parte posterior del solar, que es mucho más amplia.

La estrechísima fachada a la que da pie la geometría de la parcela se resuelve con una abstracta celosía de ladrillos macizos de cerámica, parcialmente practicable, y que desempeña varias funciones. Es, en primer lugar, una referencia urbana que, debido a su escala inquietante, parece incluso desmentir la condición doméstica del edificio. Se trata, en segundo lugar, de un tamiz de luz que, en función de la época del año, el momento del día y las condiciones meteorológicas, produce una atmósfera interior de distinto carácter. La celosía funciona, finalmente, como un sencillo y eficaz sistema bioclimático que, al ser permeable, permite la ventilación natural, y que puede también mojarse en las épocas de calor para inducir un refrescamiento evaporativo... [+]

Gracias a la distribución interior, y a la posición intencionada de los paños de vidrio, los espacios de la casa se abren a la celosía, relacionándose de manera provechosa con una serie de terrazas y pequeños vestíbulos que funcionan como espacios colchón.