El tsunami que en 2011 asoló la costa japonesa de Tohoku y la subsiguiente crisis nuclear desvelaron de una manera dramática la fragilidad de la construcción convencional y de las infraestructuras de producción de energía. A partir de entonces, han surgido algunas iniciativas cuyo objeto es alcanzar la autonomía energética a través de materiales y técnicas sostenibles.

Tal es el caso de esta casa experimental en Taiki, una localidad de la región de Hokkaido, una de las más frías de Japón. La población de Taiki se dedica en su mayor parte a la actividad ganadera, y conoce de primera mano la explotación del campo, sobre todo de los pastos: verdes en verano y almacenados como heno en invierno.

La casa propone una manera alternativa de utilizar este recurso natural, aprovechando sus excelentes prestaciones térmicas, pues el heno, fermentando durante el invierno, emite calor, por lo que no es descabellado pensar en su uso como aislamiento térmico. Con este fin, la envolvente de la casa se especializa en dos capas. La exterior sirve para secar la hierba durante el verano —almacenando, gracias a su exposición al sol, una energía que será devuelta meses más tarde—; la interior —formada por unos contenedores acrílicos— permite almacenar el heno durante el invierno e inducir su fermentación mediante la adición de agua y fertilizantes, de manera que pueda combatirse el frío (en Taiki la temperatura puede llegar a los -20º C), aprovechando la emisión de calor del heno fermentado, que alcanza los 40º C durante tres días y se mantiene estable en las siguientes semanas en torno a los 30º C.