Esta casa-pabellón se implanta sobre dos parcelas adyacentes en una urbanización de San Vicente del Raspeig, al norte de Alicante. Los solares estaban previamente ocupados por una antigua casa de escaso valor, una piscina, y un jardín-huerto cuidado durante más de veinte años. El huerto tiene un alto valor sentimental para los clientes, por lo que una de las prioridades de la intervención es mantener cada uno de los elementos que lo caracterizan, proponiendo una estructura de envolventes curvas que sortea la piscina y los numerosos árboles y arbustos de la parcela, y adaptándose de forma orgánica a su suave topografía.

La casa se extiende como una mancha de hormigón que recorre el solar desde el punto más bajo hasta la cubierta: un gesto casi pictórico que aspira en su formalización a disolver los límites entre el interior y el exterior, entre lo contemplativo y lo doméstico, entre la construcción y la naturaleza. Ya no existe pues la lógica de una casa y un jardín, sino que ambos se entienden como un conjunto donde, a pesar de la contundencia de la construcción, las estructuras habitables y el medio natural se funden. Por ello, cuando se deambula por la vivienda se tiene la sensación de estar en una estructura topográfica próxima a la idea de pabellón.

El muro envolvente exterior, cerrado a norte y a las edificaciones vecinas y abierto a la parcela y al paisaje, contiene a su vez otro alrededor del cual se produce toda la circulación de la casa y la concatenación de sus espacios. Éstos se suceden en una secuencia circular continua y fluida, donde van apareciendo diferentes ambientes. El equipamiento se incorpora, se adosa o se superpone a ese muro, que constituye además el marco físico donde se despliegan los objetos y recuerdos de sus habitantes. El recorrido interior se prolonga en el exterior a través de su cubierta gracias a una escalera situada en un extremo de la edificación.

Suelo, paredes y techos de hormigón, de configuraciones, tratamientos y tipos diferentes —curvos, planos, inclinados, perforados, lisos, pulidos, fratasados— forman un catálogo de técnicas y prácticas que hacen del uso de este material un proyecto en sí mismo. Este amplio registro de la materia hace de la casa una pieza sencilla y simultáneamente compleja, cuyo monolitismo sólo se ve interrumpido por las superficies de vidrio que rodean su núcleo central. Las generosas dimensiones de estos paños y su continuidad, enfatizada por la geometría curva de sus esquinas, contribuyen a integrar esta ‘cápsula’ habitable en el paisaje del jardín.