La proximidad de la autopista, aunque deprimida con respecto al solar, marca el principio de la propuesta. Un colchón acústico formalizado por un talud de tierras construye una primera banda del proyecto, convirtiéndose en un bosque de pinos que emula a otros de la zona y permite generar una barrera visual en un entorno de viviendas turísticas.

Una segunda decisión es la de construir una potente pieza paralela a la autopista que agrupa, en una línea, las aulas de uso permanente (enseñanza obligatoria y bachillerato). Esta pieza, de más de 220 metros de longitud, se apoya sobre una batería de pequeños edificios de hormigón y vidrio, creando un paisaje propio que hace olvidar el contexto inmediato. Estas piezas en planta baja se organizan en paquetes programáticos autónomos que se van sucediendo transversalmente a la pieza superior y generan una secuencia de patios abiertos y enlazados que articulan toda la superficie de la parcela, creando espacios diversos de relación para los estudiantes. La configuración de estos espacios, definida por estructuras, gradas, parterres, escalinatas, escaleras, arbolado de diferente floración, tapizantes y tratamientos de suelos, permite desplegar actividades diversas. El gimnasio ordena el área deportiva y se transforma en plaza cubierta abriendo sus frentes a las pistas y a la pinada. Todos estos elementos ayudan a entender el espacio libre de la parcela como un auténtico parque en medio de un paisaje árido.

La estructura refuerza el concepto del edificio y consiste en unas pantallas de hormigón que arrancan del suelo, formando un entramado de apoyos —edificios independientes— sobre los que descansan dos grandes vigas metálicas en celosía que recorren el cerramiento longitudinalmente y definen el aulario.

Los materiales muestran su naturaleza, sus texturas y sus matices. La puesta en obra es directa, sin elementos constructivos que oculten anclajes o fijaciones. Se explotan las dimensiones máximas de fabricación y se sistematiza la construcción para obtener unos rendimientos eficaces en el proceso y en el desarrollo de la ejecución. Nada es pulido, nada es totalmente plano, los materiales persiguen construir una atmósfera amable, fruto de una materialización precisa pero ‘gruesa’. Se huye del detalle elaborado y de elementos constructivos que ocultan otros, así como de los revestimientos.

El aulario se envuelve en una ‘jaula’ de chapas perforadas de diferentes grados de permeabilidad, que crean un colchón térmico en cada una de las fachadas mostrando tanto la estructura como la organización del centro e incluso la vida de sus habitantes.