A unos cien kilómetros al norte de Ciudad del Cabo, sobre la costa occidental surafricana, se encuentra Langebaan Lagoon, una pequeña ensenada colmatada de construcciones de veraneo blancas y de escasa altura que componen un paisaje típicamente mediterráneo. En un extremo de la cala, orientada hacia el oeste —a la luz de la tarde y al mar— y haciendo frente a la normativa local que impone la cubierta plana y una dimensión en la anchura de los huecos inferior a 1.8 metros, se sitúa la casa Fagan, donde una pareja y sus hijos prevén pasar en el futuro cortos periodos de vacaciones.

Un diálogo con las autoridades locales permitió desde un primer momento prescindir de la cubierta plana y optar por una solución semiplana conformada por seis bóvedas de ladrillo. Bajo ellas se disponen, de norte a sur, un garaje y almacén de barcos en la primera, un área de relación que comprende sala, comedor y cocina en las dos siguientes, y tres dormitorios, levemente desplazados uno respecto al anterior para marcar espacios individualizados, en las tres últimas. Hacia el oeste, el salón se acerca al mar por medio de una terraza en la que se alza una chimenea doble que hace las veces de fogón o barbacoa según se desee. Las tres habitaciones cuentan con baño propio y con un altillo sobre el corredor en el que se han dispuesto camas auxiliares, de manera que lo que en principio es un dormitorio doble puede alojar una familia de cuatro miembros. Bajo el altillo, aprovechando la anchura del corredor y el retranqueo de las habitaciones, se han habilitado dos zonas de estudio. Un patio rehundido precede a la sala en el costado oriental, distanciándola del aparcamiento exterior; su presencia permite iluminar la cocina y el área de desayuno por las mañanas, además de proporcionar, calentada por el sol del norte, un área exterior alternativa a la terraza occidental en las épocas más frías.

Buscando una solución térmica adecuada para una residencia de ocupación temporal, se ha optado por la fábrica para la construcción de toda la casa: se compraron setenta mil piezas cerámicas que posteriormente permanecieron a la intemperie durante seis meses, hasta asegurar todas las deformaciones previas y poder prescindir así de las juntas de dilatación. Con las piezas se construyen los muros, los pavimentos interiores y exteriores, y las bóvedas, que no tienen otra protección frente al agua que la que proporciona el enlucido de yeso. El blanco de muros y techos se combina con el azul de los tabiques de los dormitorios y de los vanos, realizados éstos con madera de antiguas vigas en los dinteles y con madera nueva en puertas y contraventanas... [+]