Levantada en una parcela con una pronunciada pendiente, la casa opone a la ladera un muro de grandes dimensiones confeccionado con piedra recogida en las inmediaciones. Se intenta así evocar de alguna manera la presencia cercana de la Gran Muralla, además de sugerir con su disposición lineal la espina dorsal de una criatura viva.

El muro contiene las circulaciones verticales de esta vivienda de tres alturas, y da paso en un costado a las habitaciones —distribuidas en cinco volúmenes independientes— y al comedor, la sala y una habitación mayor en el otro costado. Las piezas que alojan cada una de las estancias poseen el frente acristalado, de manera que la imagen final, con los prismas emergiendo de un vestíbulo continuo, recuerda a un aeropuerto, si bien lo que en una terminal constituyen lugares de tránsito (los pasillos de embarque) son aquí puntos de llegada (las salas).

Los prismas apoyan sobre pilares de hormigón y varían su ángulo de orientación para cubrir un mayor campo visual. El interior del corredor, presidido por los muros desnudos, impide por el contario cualquier visión del paisaje, y la presencia del exterior queda reducida a la observación de un cielo cambiante y a la luz cenital que se cuela entre las vigas de madera que cubren el espacio... [+]