Si bien las casas de la Comuna se hallan diseminadas en distintos puntos del valle, la parcela en la que se levanta este edificio se encontraba en medio del bosque. Siendo este el principal hecho diferencial, el proyecto propone crear un espacio ‘a cubierto’ que sea reflejo de la fronda exterior.

El programa se distribuye a lo largo de los dos brazos de una planta en L. Para permitir la contemplación de la Gran Muralla al atardecer, se dispuso el comedor —el mayor espacio de la casa— orientado hacia el oeste, mientras que para el dormitorio se destinó el extremo opuesto de la otra ala. Con el fin de garantizar el calor en la zona de dormir, se trasladó la tradicional ‘kang’ —cama de ladrillos construida sobre una fuente de calor artesanal que sirve como calentador— desde la terraza, donde se encuentra habitualmente, hasta una suerte de porche de aire japonés. En realidad, el conjunto de la casa se puede entender como un porche continuo que hace suyos la paz y la luz del bosque.

Se intentó ir más allá del estilo local en cuanto al diseño de los pilares, las vigas y las proporciones del espacio, al mismo tiempo que se trató de emplear materiales locales como la madera y el ladrillo. La interacción con los demás arquitectos de la comuna dio lugar a numerosos cambios... [+]