El nuevo Ayuntamiento de Escatrón, municipio situado en la ribera baja del Ebro, se emplaza en un solar formado por dos parcelas adyacentes: la que albergaba al antiguo Ayuntamiento, hoy derribado, y la que correspondía a una vivienda contigua al viejo edificio. El proyecto trata de dar respuesta a la contradicción que supone tratar de integrar un nuevo Ayuntamiento en un centro histórico representativo, y al mismo tiempo dotarlo de la singularidad que requiere su carácter público, con la dificultad añadida que suponen su situación entre medianeras y su reducido tamaño. Para conseguirlo, la propuesta se articula en torno a la composición abstracta, la utilización de la escala y la singularidad de los huecos, además de emplear el vacío como generador del espacio. Estas acciones de vaciado operan, a su vez, en tres niveles: en la trama urbana, creando un patio-plaza abierto en un casco histórico muy denso; en el interior del edificio, mediante vacíos verticales y conexiones visuales que amplían el espacio; y en la fachada principal, haciendo que los elementos más representativos aparezcan como hendiduras en un plano exterior continuo.

El programa se distribuye en tres plantas y un sótano, destinado al archivo municipal. Los distintos usos se estratifican por niveles, en función de su carácter más público o más restringido. Así, en la planta baja se sitúan los lugares de consulta y atención ciudadana, además del juzgado de paz; la primera planta alberga los despachos del alcalde y del secretario municipal y el Salón de Plenos; y en la tercera planta se ubican las salas de reuniones y los espacios dedicados a los grupos políticos. Al situarse las circulaciones en la zona central, los extremos se liberan para acoger el programa administrativo. Esta operación responde a una clara voluntad de establecer relaciones visuales y espaciales entre la plaza y el proyecto. Esta voluntad se refleja en el exterior a través de la nueva alineación de la esquina, que permite ver el ayuntamiento desde cualquier punto de la plaza. 

La nueva esquina se convierte así en el punto clave del edificio, por lo que en ella se sitúan los elementos más importantes de la fachada: el balcón municipal y la entrada principal, que se sitúa lateralmente para evitar abrir una puerta hacia la plaza.Con el fin de que, a pesar de su tamaño, la percepción de amplitud interior fuese adecuada para el carácter institucional del edificio, las divisiones horizontales y verticales no son continuas. Los vacíos entre los espacios intersticiales de las plantas y la transparencia de los cerramientos abren vistas diagonales en varias direcciones a través del edificio. De este modo, un recorrido por el nuevo consistorio constituye todo un descubrimiento.