La importante demanda impulsó a la Universidad Pablo de Olavide a dotarse de nuevos aularios y residencias de estudiantes, para lo cual convocó un concurso de ideas, cuyo objetivo era asimismo plantear la ordenación de su campus de las afueras de Sevilla. El nuevo edificio de aularios, que se asienta sobre un campo de girasoles, es la primera construcción de la futura ampliación de la universidad hacia el terreno de cultivo que la circunda. Esta situación invita a la reflexión sobre el desdibujamiento de la ciudad contemporánea, en la que se diluyen los límites antiguamente precisos entre campo y ciudad. Arquitectura y paisaje se superponen, produciendo unos territorios intermedios en los que lo natural infiltra lo artificial, y viceversa. En este sentido, el proyecto incorpora referencias del paisaje, avanzando más allá de la clásica concepción de los objetos sobre los fondos paisajísticos.

El nuevo edificio configura en planta baja un corredor exterior y cubierto en plena naturaleza, planteado como un elemento primordial, pues el aulario se considera la cabecera de un conjunto de edificios docentes a los que habrá de dar acceso en el futuro. En pleno contacto con el campo, es un espacio que facilitará la relación entre los alumnos, y que funcionará también como lugar de descanso y reunión. Por otro lado, su sección quebrada permite llevar el espacio exterior al corazón del edificio consiguiendo así su ventilación cruzada y una mejor iluminación de los espacios interiores. Una serie de lucernarios situados entre pórticos estructurales aportan otra fuente de iluminación del espacio intersticial.

El carácter bajo y longitudinal del edificio es fundamental para conseguir la máxima integración en el paisaje. Al liberar el suelo en planta baja, el edificio se ha podido construir sin necesidad de urbanizar previamente el terreno. En el acceso principal y ya bajo la cubierta se encuentran dos pabellones, en uno de los cuales el bedel recibe, informa y controla el funcionamiento del aulario, mientras que en el segundo se ubica la escalera principal. Siguiendo el corredor, a la derecha el terreno natural se cuela bajo la cubierta, y a la izquierda una serie de suaves rampas conducen a las aulas en planta baja y a los núcleos de comunicación vertical, a través de los que se accede a las aulas y departamentos del nivel superior. En ese nivel los pasillos y puentes de comunicación que van de un lado a otro disfrutan de luz natural y se caracterizan por ser espacios cubiertos pero no climatizados, con aberturas permanentes al exterior en las fachadas principales.