El estudio se sitúa sobre un terreno muy inclinado y casi permanentemente nevado, incrustándose en la ladera hacia el Norte y abriéndose hacia el Sur para alojar una nave diáfana destinada al taller del artista, y un semisótano para almacenaje. Un gran ventanal introduce el paisaje en el taller, mientras que dos lucernarios procuran luz cenital. El volumen principal y los lucernarios se recortan triangularmente en la ladera, dando al edificio una impronta característica que se acentúa con sus acabados industriales en color blanco, entrando en resonancia con las casas y el paisaje nevado de su entorno.

En términos ambientales, se ha buscado la máxima compacidad del volumen edificado y su soterramiento parcial. Los huecos orientados al mediodía (con persianas exteriores orientables y monitorizadas) captan la radiación solar y garantizan la mejor iluminación para la sala de trabajo. La climatización se realiza mediante energía geotérmica apoyada por sistemas constructivos de gran inercia: estructura de hormigón en las zonas soterradas y, en el resto del conjunto, madera laminada con paneles de tableros de partículas y aislante de papel reciclado y sal. Todo ello revestido al exterior con tablones industriales, y protegido con una cubierta vegetal dispuesta en continuidad con el terreno.