Por mucho que hoy sea el eufemismo que estiliza cualquier apartamento en venta menor de treinta metros cuadrados, el loft remite a un tipo aparecido en el Nueva York de Warhol y The Factory que rompía con la división jerárquica del hogar al extenderse indiferenciadamente por recuperados recintos industriales. Quizá no tan contracultural pero sí afín a ese espíritu abierto y lúdico es la transformación en vivienda de una de las plantas de un bloque de oficinas berlinés construido en los años treinta, en la que se ha querido caracterizar el espacio con la inserción de distintos elementos.

Una estructura metálica ortogonal confiere una escala más recogida al crear un segundo nivel en altillo como dormitorio, bajo el que se organizan el vestíbulo de entrada, la cocina, los baños y un rincón de lectura. El resto de la gran sala queda diáfano pero, con idea de romper su homogeneidad, tres vistosas luminarias semiesféricas cuelgan del techo y crean distintos ambientes, cada cual haciendo un guiño a una cúpula histórica: de los inconfundibles casetones del Panteón de Agripa a los mocárabes surreales del Großes Schauspielhaus de Poelzig y las triangulaciones geodésicas de Fuller...[+]