El proyecto de remodelación de la estación central de Takasaki, distante 100 kilómetros de Tokio (45 minutos en ‘tren bala’) incluía la construcción de un edificio de aparcamiento público con capacidad para 1.000 vehículos y varios kilómetros de viario interior. La enorme escala del proyecto (180 x 40 metros en planta y 29 de altura) y su carácter de contenedor industrial, sin las exigencias de confort interior de otros edificios, requería la utilización en las fachadas de elementos arquitectónicos distintos a los convencionales, que reforzaran su imagen de construcción singular. La estructura metálica de grandes luces (dos vanos de 20 metros y una línea de apoyos centrales cada 5 metros) se cubre con una carcasa discontinua de paneles verticales de hormigón prefabricado en color pardo, alternando aleatoriamente con piezas de vidrio del mismo tamaño. Estas lamas gigantes de una planta de altura van fijas a los petos de protección de los bordes y están giradas respecto al plano de la fachada siguiendo un ritmo variable, que se hace más o menos denso respondiendo a las condiciones de borde en cada punto. En los extremos del aparcamiento, donde se sitúan las rampas helicoidales, las lamas acompañan la inclinación de los forjados y predominan las piezas de hormigón como protección acústica. De igual modo, la envolvente se va aligerando según se asciende de planta, y la condición hueca del edificio queda enteramente al descubierto. En la coronación, las lamas superan la altura del último forjado y quedan exentas, sin elementos de atado, como si se tratase de una empalizada. El aspecto ligero y desmaterializado del enorme volumen se consigue mediante el mecanismo arquitectónico del cambio de escala; a pesar de sus 3,5 metros de altura y aunque su condición real sea estática, las piezas se aprecian en aparente movimiento. Las alas de hormigón y los paneles de vidrio se han diseñado al principio del proyecto como las piezas básicas, a partir de las cuales el edificio adquiere su forma definitiva...[+]