Construido entre 1877 y 1881, el Park Avenue Armory albergaba las instalaciones militares y club social del Séptimo Regimiento de Voluntarios de la Guardia Nacional, y constaba de dos partes: una sala de instrucción, de 5.100 metros cuadrados, con cubierta de tipo balloon shed y vigas en arco de hierro forjado —uno de los mayores espacios diáfanos con planta libre de estructura de la ciudad—; y un edificio anexo con salas de recepción y aposentos para la compañía, diseñados por los mejores artesanos americanos de la época. Actualmente el Armory acoge actividades culturales y artísticas, organizadas por una institución sin ánimo de lucro, la cual decidió en 2006 acometer un proyecto integral que permitiera preservar el valor histórico del edificio —había sufrido diferentes intervenciones a lo largo del tiempo— y al mismo tiempo reinventar sus espacios para nuevos usos.

Las conversaciones con clientes, artistas, comisarios y asesores confirmaron la voluntad general de mantener los espacios tal como eran. Los arquitectos descartaron tanto la opción de reconstruir fielmente el original como la apuesta por el contraste a través de la yustaposición de lo viejo y lo nuevo, y partieron de la premisa de considerar los signos del paso del tiempo como elementos con un valor estético capaz de potenciar la belleza del edificio.

Cada sala histórica posee una identidad propia, por lo que se tratan de forma individual. El proyecto define una serie de métodos y técnicas comunes, que se aplican de manera diferente en cada una de ellas, según un mismo procedimiento que consta de tres pasos: en primer lugar, retirar elementos añadidos para restituir en la medida de lo posible el estado original; en segundo lugar, estabilizar la sala junto con las áreas dañadas; y en tercer lugar, reforzarla y restaurarla, conservando al máximo su carácter original. Esto puede significar la sobreimpresión de muros con una tracería integrada para unificar superficies dañadas, el desarrollo de elementos específicos de iluminación o de piezas de mobiliario para recuperar la volumetría de los espacios, o la reconstrucción de elementos perdidos mediante materiales o técnicas diferentes. En el caso de la sala de instrucción, el proyecto propone su reducción a lo esencial, potenciando la imagen cruda del original. En el exterior se siguen básicamente los mismos pasos que en el interior: todo lo que se ha agregado y ya no es necesario se elimina, reparando y reemplazando los elementos que lo requieren —como las salidas de emergencia y la cubierta— donde se utiliza el cobre a fin de que se integren y sean casi imperceptibles.