Park Avenue Armory, Nueva York
Poesía entrópica

Park Avenue Armory, Nueva York

Poesía entrópica


Cuando se saca a colación el asunto de cómo rehabilitar de manera responsable el patrimonio arquitectónico, suelen oponerse dos posturas: por un lado, el preservacionismo estricto prohíbe realizar intervenciones de calado en las partes y aspectos fundamentales de los edificios y en la apariencia de los espacios urbanos; por el otro, la dinámica del crecimiento y el cambio intenta liberar a las ciudades del corsé de lo preexistente para dar respuesta a nuevas situaciones. De este modo, la restauración acaba encontrándose con la planificación: mira al pasado desde la apertura hacia el futuro.

La rehabilitación del histórico Park Avenue Armory en Nueva York podría ser un buen ejemplo de este esfuerzo por conseguir el equilibrio correcto entre la conservación y la intervención. Sin embargo, el trabajo de Herzog & de Meuron no puede incluirse de lleno en esta dialéctica, pues los arquitectos han cambiado los parámetros habituales y descubren el futuro en el pasado. Para ellos, la clave está en mirar hacia atrás para establecer una relación respetuosa y enriquecedora con un importante testimonio arquitectónico de los últimos años del siglo xix. Con ello se descubre un potencial arquitectónico para el presente que va más allá de la mera obligación de conservar los restos del pasado.

El respeto por un gran monumento nacional de otro país es el punto de partida de buena parte de los planteamientos en los que Herzog & de Meuron han basado su trabajo. El Park Avenue Armory es uno de los testimonios más importantes de la llamada ‘Gilded Age’ y del American Aesthetic Movement, y desde 1986 es monumento histórico nacional (National Historic Landmark). Louis Comfort Tiffany, Stanford White, los hermanos Herter y muchos otros importantes artistas de la época dejaron su huella en él. El masivo edificio de ladrillo rojo ocupa una manzana entera en uno de los mejores sitios de Manhattan, entre Park y Lexington Avenue. Construido entre 1877 y 1880 según proyecto de Charles W. Clinton, Park Avenue Armory fue durante mucho tiempo uno de los principales puntos de reunión de la clase alta neoyorquina. En él recibieron formación los hijos de las mejores familias alistados en el Séptimo Regimiento de la Guardia Nacional, y el edificio sirvió de escenario para los actos más destacados de la vida social, como elegantes bailes, veladas musicales y eventos deportivos. Su arquitecto fue la estrella del revival gótico en los Estados Unidos, y recurrió a una mezcla ecléctica de motivos románticos, medievales y militares. Siguiendo el modelo de las grandes estaciones ferroviarias de la época, el edificio tiene un edificio de cabeza representativo al que se le ha adosado una nave de tipo industrial, el Drill Hall, cuya cubierta de directriz curvilínea está sostenida por grandes vigas. Con su fachada de tres alturas, su tejado amansardado y sus torres en las esquinas, el edificio recuerda a los palacios y fortificaciones italianos. Cuando Herzog & de Meuron recibieron el encargo, se encontraron con un edificio que, a pesar de su valor histórico, estaba en muy mal estado. El encargo consistió no sólo en restaurar el monumento, sino en conseguir que el edificio volviera a desempeñar un papel destacado en la vida social de Nueva York gracias a su cambio de uso para fines culturales.  

Los arquitectos no querían realizar los añadidos típicos de una arquitectura comercial, ni optar simplemente por yuxtaponer lo nuevo a lo viejo. Se acercaron al edificio con cautela. No se trataba de plasmar en algunas partes añadidas el estilo de Herzog & de Meuron, sino de sacar a la luz el potencial múltiple que tenía el edificio. Lo consideraron, por tanto, como una especie de ‘espacio encontrado’ en mitad de la ciudad, igual que habían hecho con los viejos depósitos de combustible en la ampliación de la Tate Modern. La preservación del carácter histórico de Park Avenue Armory fue así la condición para el desarrollo de un espacio que hoy nadie podría diseñar y que, por tanto, tiene gran singularidad y valor en el contexto anónimo de una arquitectura global que, en gran medida, resulta homogénea. Ya la primera inspección del edificio mostró a los arquitectos el potencial de estos espacios para proponer una alternativa a la estética de los espacios comerciales y de los modelos expositivos tipo ‘White Cube’. El respeto a la tradición, que en sí mismo puede ser una estrategia conservadora, en este caso se convierte en un verdadero requerimiento de preservación del monumento, pero, a partir de esta premisa, los arquitectos logran un resultado muy fecundo desde el punto de vista arquitectónico.

Preservación creativa

El enfoque llevó, en primer lugar, a eliminar de la fachada los añadidos posteriores, a reabrir huecos tapiados y a reparar las zonas dañadas. Desde el exterior, el edificio se muestra como un collage fruto de su propia historia. Dentro, se ha conservado la variedad de espacios. A pesar de que en su contexto urbano se muestra como un edificio compacto y cerrado, Park Avenue Armory consiste en una colección de ambientes diversos. Los espacios representativos y las salas de las diferentes compañías del regimiento situados en el edificio de cabeza tienen características que difieren mucho entre sí. Las diferentes unidades del Séptimo Regimiento de la Guardia Nacional competían por tener la más bella sala de reuniones, y para ello contrataron a diversos diseñadores. Fueron adaptando sus salas a los cambios de gusto y a las innovaciones técnicas: el estilo neorrenacentista dejó paso al neogótico en 1892, y la primera intervención de calado en el edificio fue su electrificación en 1897. Según pasaban las décadas, los cometidos de la Guardia Nacional fueron cambiando, y el Regimiento acabó siendo transferido a otras unidades. Sus miembros se desplegaron en Irak. Tras los ataques terroristas del 11-S, el Armory seguía conservando las oficinas centrales, y desde 1983 hay un refugio militar en las plantas superiores. El amplio rango de usos y la falta de mantenimiento fueron maltratando al edificio.  

Las salas que se encontraron Herzog & de Meuron conformaban, por tanto, un palimpsesto de su propia historia. Primero, los arquitectos sacaron a la luz las diferentes capas de las superficies hechas a mano, y después se dieron cuenta de que tenían que extender el enfoque a todo el espacio para analizar los espacios y valorar los daños. La sala de la Compañía K se convirtió en el laboratorio de pruebas. Desde los suelos hasta los techos, pasando por el mobiliario y la iluminación, los arquitectos analizaron qué elementos y materiales definían el espacio. Se dieron cuenta muy rápido de que cada habitación debía estudiarse individualmente. Las salas de las compañías D y E se seleccionaron como espacios piloto donde el método se probó con éxito; al mismo tiempo, la Sala de los Veteranos —el espacio más representativo— comenzó también a restaurarse. El método de trabajo hizo posible ir interviniendo en las salas una a una, en función de la disponibilidad de recursos.

Para preservar la identidad de cada espacio sin renunciar a la continuidad, los arquitectos desarrollaron una estrategia en tres fases: devolver, cuando fuera posible, el espacio a su estado original; estabilizarlo y reparar los daños de manera que los desperfectos grandes adoptaran el color dominante en la estancia; y enriquecer el carácter histórico de la sala manteniendo las huellas de los cambios realizados. El enfoque difiere mucho de la normativa actual de los Estados Unidos, que consiste en definir, mediante análisis y pruebas, el estado original del edificio para después restaurarlo completamente.

Los arquitectos realizaron un seguimiento de los cambios realizados buscando hacer un conjunto con el collage de salas existentes mediante diversas estrategias que permiten conseguir la impresión de uniformidad espacial. El método exige que, en el caso de que mostrar las diferentes capas históricas resulte demasiado heterogéneo o dé pie a desconchones demasiado grandes, la superficie del paramento tenga que pintarse con un patrón abstracto extraído de la decoración de los muros (casi siempre vegetal) o de los frisos (circulares o geométricos). La nueva capa se concibe como una fina malla superpuesta a las preexistencias, cuyo color cobrizo se debe al hecho de que muchas salas tienen colores metálicos, una solución de moda cuando se construyó el Armory y que dotó a las salas de un brillo especial que se fue perdiendo a lo largo de los años debido a la oxidación. El cobre es un material empleado en muchas obras de Herzog & de Meuron, a los que les gusta su apariencia variable, así como sus diversas aplicaciones. En el Armory, el cobre es un material presente en variedad en espacios, como las rejillas de ventilación, las taquillas de la zona de las compañías o el acabado de los espejos, que resuenan con elementos originales del edificio como las chimeneas, y aparece también en las cortinas de eslabones metálicos, el mobiliario y, sobre todo, la iluminación.  

La luz es otro elemento importante a la hora de dar a las diferentes salas cierta homogenidad. Dado que las lámparas de araña y las luminarias de pared originales se perdieron en su mayoría, los arquitectos desarrollaron un lenguaje propio. El carácter de la iluminación original se ha conservado, pero traducido a un lenguaje contemporáneo. El tamaño y cualidades de las lámparas de araña originales se consideraron esenciales para definir la atmósfera de cada sala. Por ejemplo, en la sala de la Compañía D las lámparas tienen su equivalente en las estructuras de tubo de cobre que evocan el lenguaje y el carácter aditivo original, y admiten nuevas luminarias en función del emplazamiento. En la sala de la Compañía E, por su parte, se pensó en utilizar luminarias de cobre montadas de manera que la sombras arrojadas por los tubos dibujasen sobre las paredes el dibujo de los elementos de estuco perdidos durante las transformaciones del edificio, pero al final se optó por una lámpara de araña central y descolgable, más adecuado para las características de la sala.

Además de restaurar las salas, los arquitectos han reorganizado el interior del edificio como un sistema de calles. En la planta baja, se han abierto pasajes que conectan directamente las cuatro salas más representativas del edificio. Se ha devuelvo su importancia a la escalera central, abriéndola, como estaba originalmente, a las tres primeras plantas del edificio. En 1909 se construyó una cuarta planta en el ático, y en 1984 la tercera planta se separó de la escalera con un muro al contruirse en el edificio un refugio para gente sin hogar, algo que aún forma parte de la identidad del Armory. Ahora, el refugio se ha trasladado a la cuarta planta, y se ha abierto la escalera, recuperándose así la continuidad original de las tres plantas históricas.

En el Drill Hall, uno de los espacios cubiertos más grandes de Nueva York, se ha trabajado de un modo semejante, sacando a la luz el carácter original del lugar, y concibiéndolo como un gran espacio abierto. Las instalaciones añadidas se han eliminado, de manera que las vigas con forma de arco puedan apreciarse en toda su longitud. El techo y las bandas de iluminación se han rehabilitado. La ventilación y otras instalaciones requeridas para un espacio multifuncional están pintadas de color verde oscuro, de modo que, visualmente, se funden con el fondo. A diferencia de la impresión que causa la decoración de las salas representivas del edificio de cabeza, en el Drill Hall se siente la desnudez de la estructura.

Herzog & de Meuron tienen mucha experiencia en la restauración de edificios históricos. De la Tate Modern en Londres a la Sede Central de la Policía Tai Kwun en Hong Kong, pasando por el CaixaForum en Madrid, los suizos han desarrollado múltiples estrategias que muestran la esencia construida de los edificios en su significado histórico y que, a través de nuevos usos culturales, permiten activar el espacio urbano. La intervención sobre el Park Avenue Armory pertenece a la categoría de las anchor rooms (espacios-ancla), un concepto desarrollado, junto con un grupo de artistas, por los arquitectos en su primer proyecto para el Parrish Art Museum en Long Island, y que ha ido refinándose con ocasión de proyectos posteriores. Desde este punto de vista, el Armory no sería un caso de anchor room dentro de un edificio, sino en la ciudad. Los arquitectos mantienen la singularidad del monumento; se evita colonizar enfáticamente el entorno con grandes ventanas o cafés y tiendas; y el resultado es que el Armory continúa siendo un enclave separado y con personalidad propia, un lugar distinto inserto en la trama urbana. Un importante monumento de la historia americana ha vuelto a la vida. En la metrópolis de la modernidad, lo viejo pueden acabar pareciendo nuevo. 


Obra Work 
Park Avenue Armory, Nueva York New York.

Arquitectos Architects 
Jacques Herzog, Pierre de Meuron, Ascan Mergenthaler (socio a cargo del proyecto partner in charge); Charles Stone, Marija Brdarski, Sara Jacinto, Dieter Mangold, James Richards (equipo de proyecto project team).

Arquitecto local Executive Architect 
Platt Byard Dovell White Architects LPP.

Fotos Photos 
Herzog & de Meuron; Iwan Baan (p.39); Elliot Kaufman (pp.41, 45 izquierda left); James Erwing (pp. 42 abajo bottom, 43 arriba top, 44, 45, 46, 47).