Cartagena es una ciudad que en los últimos años ha experimentado un intenso proceso de transformación, dirigido a rehabilitar un casco histórico degradado y a poner en marcha unas infraestructuras que permitan atraer a un turismo de calidad. El nuevo Auditorio y Palacio de Congresos es una pieza clave de este empeño. Se trata de una construcción de gran longitud, un edificio que se sitúa en el límite entre la ciudad y la bahía, adoptando la condición rectilínea del muelle Alfonso XII y una volumetría que recuerda las pilas de contenedores propias de los puertos de mercancías.

 El muelle tiene exactamente 1.000 metros de longitud, y en uno de sus extremos se sitúa el nuevo edificio, separado 20 metros de la línea de costa para respetar en todo su recorrido una franja necesaria para el funcionamiento correcto del puerto. El paseo resultante se ha tratado con un pavimento de madera y con la plantación de numerosas palmeras que consiguen un aspecto acogedor en claro contraste con la dureza de los muelles anexos de hormigón. Esta invitación a pasear se traslada también al interior del edificio, en el cual se ha creado un espacio continuo bifurcado desde el acceso en una ligera rampa ascendente y otra descendente que enhebran el conjunto del programa. Este espacio se sirve de una geometría irregular que nada tiene que ver con el aspecto cartesiano del exterior. Espacios sinuosos y fluidos y un uso desenfadado de los materiales y del color hacen del interior una sucesión de experiencias impactantes y singulares para el visitante. 

El edificio cuenta con dos salas principales, la mayor para el auditorio y la menor para el palacio de congresos, y con una serie de espacios menores para dar cabida a los diversos usos derivados de los congresos, como reuniones, conferencias o talleres. Las dos grandes salas se incrustan en el terreno para así reducir el impacto del edificio en su entorno.

El extremo cuidado dedicado a los detalles se percibe en la combinación de materiales diversos y atípicos, como los tabiques de plástico hinchable, el metacrilato o el policarbonato. Todos los elementos de aluminio y de plástico se han fabricado utilizando una misma sección extruida cuya colocación, combinación y color cambian, consiguiendo así las variaciones y matices que se producen en los distintos espacios. Estas piezas se colocan en paralelo al muelle para subrayar la idea de horizontalidad del conjunto. Por su parte, la estructura metálica del edificio se percibe desde el exterior a través de la doble fachada de paneles de policarbonato, en un juego confundidor de transparencias y tonalidades cambiantes.