Este libro supone un emocionado reconocimiento a los silos de cereal construidos en España por el Estado durante buena parte del siglo XX, y un homenaje a sus autores. Estos «gigantes silenciosos del paisaje español», como los califica Francisco Mangado en el prólogo, se estudian aquí por vez primera desde una perspectiva netamente arquitectónica. Si hace algunas décadas Rudofsky reconocía el valor de las ‘arquitecturas anónimas’, Azcárate muestra aquí los frutos del trabajo, habitualmente ignorado, de un grupo de ingenieros agrónomos que, por encargo del Estado, levantaron en toda España una red de edificaciones, tan anónimas como eficaces, para almacenar y distribuir grano. Un episodio que, por su coherencia, es uno de los más fascinantes de la construcción pública en nuestro país en el pasado siglo.
Los hermanos mayores de los silos, los grain elevators norteamericanos, fascinaron a buena parte de los arquitectos pioneros de la modernidad americanos, soviéticos y europeos, y han gozado por eso de cierto reconocimiento; los que se construyeron para la Red Nacional, en cambio, han pasado casi inadvertidos para los historiadores de la arquitectura española reciente, posiblemente porque se ha investigado poco, pero también para no tener que reconocer méritos al régimen que promovió su construcción. En este libro el autor muestra cómo, pese a ese olvido y a esa falta de reconocimiento, los arquitectos españoles más relevantes del siglo pasado no fueron ajenos a su influencia. Al contrario: los juegos volumétricos bajo la luz, la ausencia de ornamento y la espléndida implantación en el paisaje de ciertas piezas, son algunos de los puntos de contacto entre estos edificios y sus obras de arquitectura.
Además del sugerente estudio de los silos como iconos del progreso arquitectónico, el libro ofrece también un diligente catálogo de los tipos construidos en España, y expone la estrategia sólida, organizada y unitaria que los generó, permitiendo entender una evolución ligada al progreso de la sociedad y a su contexto cultural. El riguroso análisis con el que el autor va desgranando los tipos empleados da lugar a un relato muy interesante y poco común, que abarca tanto el estudio de sus orígenes y su evolución como el de su contextualización arquitectónica, social y política.
Mención especial merece la cuidada reinterpretación gráfica de los silos, obra del propio autor, y la limpia y personal visión fotográfica del tipo, que hace de esta obra una herramienta imprescindible y lúcida para conocer de verdad estas construcciones. El recorrido de la geografía española que el autor realizó durante meses con el fotógrafo Luis Prieto para documentar estos impresionantes monumentos le permiten darnos una visión de ellos atenta al contexto en que se movieron, en paralelo, los autores de los silos y los arquitectos españoles coetáneos. Las reflexiones acerca de los paisajes culturales en que se situaron los silos y las disquisiciones sobre las mal entendidas preocupaciones ornamentales introducidas por el papel ‘revestidor’ que había anunciado El Lissitzky años atrás, arrojan una luz muy particular sobre el valor real de estos gigantes.
Esta publicación, poco habitual, ofrece por tanto una singular visión del paisaje y la arquitectura de estas magníficas construcciones industriales, que nos habla de ideales arquitectónicos, de hitos y fascinaciones, de arquitecturas sin arquitectos y de contextualizaciones equivocadas; presenta, en definitiva, una de esas partes inéditas de la arquitectura española del siglo XX, arquitectura de ingenieros, que había sido casi totalmente olvidada y que es ahora rescatada.
Indudablemente, además de ofrecer un análisis del significado icónico de los silos para el imaginario de los arquitectos que protagonizaron el arranque de la modernidad española, la obra recoge una información única, ordenada y metódica acerca de ese episodio que tanta importancia tuvo para el campo y para el desarrollo del país en las décadas de la posguerra.