Zaha Hadid
Bagdag, 1950
Me parece que Popeye fue el primero de los superhéroes, el primero de los personajillos del cómic que tuvo superpoderes, porque los Marvel, Supermán y demás vinieron después del marinero dibujado por Segar. Los poderes los conseguía gracias a sus famosas espinacas, aunque en una primera época los obtenía tocando un pajarito. Así que hay una cierta afinidad con Zaha, la primera superwoman de los arquitectos, la única mujer en esta larga serie. Es verdad que hemos pensado en Eileen Gray, o en Charlotte Perriand, pero sin llegar a convencernos. Todavía están fuera arquitectos de primera fila y su inclusión sería sólo una cuota de discriminación positiva. Pero en fin, Zaha llena bastante su viñeta al lado de Popeye. Ambos tienen en común, también, el contexto extravagante. El Thimble Theater de Popeye era un desfile de caracteres inclasificables, dibujados por una pluma ácrata y zumbona. Y Zaha llegó a escena desde su Thimble Theater particular, la ArchitecturalAssociation, bastante prolífica en personajes inclasificables y sobre todo rica en escenografías divertidas. La estampa de Zaha también se presta a la caricatura, y no digamos su leyenda de princesa oriental. Y los nombres. Empezando por Popeye, que sería como decir Ojopocho en español, y siguiendo por Wimpy, traducido por Pilón (!), Olive Oyl, entre nosotros Olivia, hasta llegar al perrito Jeep, se nota que Zaha-ha-did es perfecto para su papel. Para el caso, también Fo-cho podía ser un detective chino.
Cuando hice la viñeta, la obra de ZH era casi toda gráfica. Creo que podría haberla desarrollado dentro de alguno de sus dibujos, pero al final se quedó en una habitación, como le pasó a Moneo o a Kahn. Allí se dedica a torcer cuanto encuentra o, como se suele decir, a deconstruir la realidad. La obra de Zaha se reconoce en la caricatura de su actitud. El pequeño Jeep ha creído que se trata de un baile frenético e imita el twist incansable de Zaha. Olivia está al borde de un ataque de nervios, como casi siempre que hay unas faldas cerca del marinero tuerto, creyendo que el baile de los otros es una alusión a su novio, porque tuerto significa torcido, y el propio Popeye no atina a poner remedio al asunto; él también está descolocado y no tiene a mano espinacas que llevarse a la boca.