Cuando miren hacia atrás, los arquitectos del mañana se asombrarán de nuestras confusiones, de nuestra credulidad y de nuestra incapacidad crítica. Es algo que resulta aún más cierto en relación con la moda actual de los iconos y el parametricismo, explicitada en obras como las de Frank Gehry y Zaha Hadid, aunque al menos algunas de ellas sean seductoras por su carácter escultórico y por estar a la última, de ahí que sea comprensible la admiración que suscitan en los que no son arquitectos. Pero es peor aún esa tendencia posmoderna que consiste en deducir el diseño de conceptos absurdos, y que conduce a obras torpes como la sede de CCTV de Rem Koolhaas o la Ciudad de la Cultura de Peter Eisenman. Los errores de estos edificios, tanto los paramétricos como los posmodernos, y su completa incapacidad para atender los problemas que hoy más urgen son tan evidentes que las generaciones del mañana se horrorizarán de que los hayamos tomado en serio, y más aún de que los hayamos considerado heraldos del futuro...