Coincidiendo con el vertiginoso crecimiento de la economía china y el gran impulso de la construcción, la atención internacional se ha centrado en la arquitectura del país, después de haberlo hecho con su literatura, su poesía o su cine. Desde principios de la década de 1990, algunos arquitectos chinos considerados de ‘vanguardia’ han ido apareciendo con frecuencia en los medios de comunicación globales. Wang Shu es, sin duda, uno de los más influyentes de todos ellos.
Como señalaron algunos críticos de la cultura como Theodor Adorno y Peter Bürger, la vanguardia es siempre resistencia frente a las circunstancias culturales y políticas en las cuales dicha vanguardia surge. Esta resistencia es, quizá, la clave para comprender la actitud y el trabajo de Wang Shu. La praxis de un arquitecto como Ma Qingyun, por ejemplo, representa un tipo de vanguardia tardía que está adquiriendo un gran poder en China, al ser capaz —al contrario de lo que ocurre en Occidente— de cooperar en los desarrollos urbanos en términos políticamente realistas. Por el contrario, Wang Shu, como observador racional y en cuanto miembro de la intelligentsia de su país, se mantiene en una postura académica poco cooperante, a una distancia prudente tanto del contexto sociocultural chino como de la disciplina arquitectónica en sí misma...