A medida que la globalización intenta aniquilar las identidades locales, dejando como legado ciudades que parecen haber sido cortadas por el mismo patrón, va produciéndose cierta resistencia aleatoria. Rebel Modernists, el libro de Liane Lefaivre sobre Viena, aunque de ningún modo defiende el separatismo o los recortes populistas, puede entenderse como expresión de cierta venganza de lo local.
Bellamente ilustrado y bien escrito, el relato comienza contraponiendo el atraso del Imperio de los Habsburgo en decadencia a la presión ejercida por los progresistas, tanto políticos como artistas, que produjo lo que el crítico Karl Kraus denominó «el laboratorio del fin del mundo».
Fundamental en la tesis de Lefaivre es el surgimiento de una comunidad judía resistente, que incluía a la familia Wittgenstein, así como la reevaluación del carácter ‘incendiario’ del ataque de Otto Wagner a la farsa del historicismo y el eclecticismo. El uso directo que Wagner hizo del acero y el vidrio dio un vuelco a las posiciones de su maestro, Gottfried Semper, mientras que sus audaces infraestructuras modernas contrarrestaron la nostálgica visión urbana de Camillo Sitte. Wagner abjuró del creciente antisemitismo propio de su clase proyectando sinagogas; por encima de todo, instó a sus alumnos a expresar honestamente los materiales, lo cual no significaba renunciar a la decoración y la escultura, sino integrarlas en lugar de aplicarlas, como ocurre en sus magistrales apartamentos de la Majolikahaus.
A lo largo del libro, Lefaivre abre nuevas perspectivas sobre los famosos protagonistas del diseño vienés, como Josef Hoffmann y su némesis, Adolf Loos. Pero su objetivo fundamental es demostrar cómo la radicalización de la cultura preparó el camino para crear las mejores viviendas públicas del mundo. Nos encontramos así con el poderoso factótum socialista Otto Neurath, y asistimos a las luchas que culminaron en la II Guerra Mundial.
La actitud local de rebeldía se reanuda con personajes tan diversos como Hans Hollein, Friedensreich Hundertwasser, Hermann Czech y Coop Himmelb(l)au, en tanto que la vivienda social reaparece con fuerza, de manera que hoy atiende al 60% de la población de la ciudad.
Lefaivre considera la genética excepcional de erudita rebeldía vienesa como la clave de la identidad de la ciudad, pero los últimos capítulos del libro sugieren la inevitable retirada, en la medida en que Viena se está globalizando y sus principales arquitectos han pasado a formar parte del star system internacional.?