Los propietarios de terrenos, casas, apartamentos y otros edificios residenciales enfrentarán una pérdida que podría alcanzar los 25 billones de dólares —es decir, 25 millones de millones— a nivel mundial. Este exorbitante número, publicado por The Economist, es comparable al producto interno bruto de los Estados Unidos. La alarma comienza cuando se hace visible el hecho de que terrenos, edificios, casas y otros activos inmobiliarios están entre los bienes que más se compran utilizando dinero prestado. Gran parte del mercado crediticio mundial tiene como garantía algún bien inmobiliario. Hasta ahora esto ha sido así y ha funcionado. Pero ¿qué pasa si el valor del activo inmobiliario que respalda la hipoteca cae precipitadamente? Pues que se produciría el shock más desestabilizante que haya experimentado la economía mundial. ¿Y qué fuerza podría producir semejante impacto? El cambio climático...
La Tercera. Columna de Moisés Naím: Su casa y el clima