Steven Holl reinventa el género de la ampliación museística
Hielo en la hierba
No hay en Estados Unidos un museo mejor emplazado que el Nelson-Atkins, en Kansas. Su edificio, austero, clásico y rematado con columnas, se concluyó en 1933 y se asienta sobre una colina que domina una amplia pradera, lo que le confiere un aire más propio de un palacio real que de una institución del Medio Oeste. Cuando en 1999 se decidió ampliar el museo, se dio por supuesto que su magnífico frente era intocable. A la espalda del edificio había espacio más que suficiente para construir, y eso fue exactamente lo que propusieron cinco de los seis arquitectos convocados al concurso. El sexto era Steven Holl. Nacido en 1957 y activo desde mediados de los años setenta, Holl es descrito como un carácter asertivo por quienes quieren ser elogiosos, y como un elefante en una cacharrería por quienes no lo pretenden. No es de extrañar que no tuviese el menor interés en esconder su edificio detrás del original. Se le ocurrió la idea de unas cajas translúcidas, de diferentes tamaños, bautizadas como ‘lentes’, descendiendo en cascada por la colina y conectadas bajo rasante por una serie de salas de exposiciones... [+]