Carlos Jiménez

La ciudad de Kansas, en Missouri, puede presumir de tener uno de los museos más admirados de Estados Unidos. El Museo de Arte Nelson- Atkins no es sólo un museo de escala regional sino, desde su inauguración en 1933, el epicentro cultural de una de las ciudades más célebres del Medio Oeste americano. La beauxartiana sede del museo, así como sus augustos terrenos, se enfrentaron a un reto cuando la dirección emprendió una importante campaña de ampliación y transformación en 1988. La mayoría consideraba que ‘el Nelson’, como es conocido familiarmente, constituía ya una completa, prístina e incomparable fusión de arquitectura y paisajismo. Por tanto, uno de los temas críticos, tanto para los miembros del consejo de administración como para los gestores del museo, era cómo incorporar un anexo que transformase tal icono, precisamente por su perfección clásica y por su imponente legado. Con el apoyo de encuestas públicas y consultas a la comunidad, caracterizada por una profunda vinculación con el museo, se trazó un programa para redefinir la imagen del museo. De suma importancia para todos era el deseo de hacer el museo más accesible y útil para la comunidad. La maravillosa y enciclopédica colección del Nelson, así como sus magníficos jardines, deberían convertirse en una empresa cultural más ambiciosa al servicio de ciudadanos y visitantes por igual... [+]