Con el habitual despliegue de fuegos artificiales y espectáculos de masas humanas que acompaña las celebraciones chinas se inauguró el 1 de mayo la Exposición Universal Shanghái 2010, que permanecerá abierta hasta el próximo 31 de octubre. A lo largo de estos seis meses se espera que unos 70 millones de visitantes —en su gran mayoría nacionales, pues sólo se prevé un 5 por ciento de extranjeros— se acerquen al recinto, situado a orillas del río Huangpu, que con sus más de 500 hectáreas es el mayor habilitado hasta la fecha para una Expo. Tras los Juegos Olímpicos celebrados en Pekín en 2008, este evento universal marca la primacía económica de China en un momento en el que el mundo occidental desarrollado se encuentra en recesión. Entre la preparación del área y las infraestructuras urbanas construidas para la ocasión, su coste se ha estimado en unos 45.000 millones de euros.
El lema de la Expo, ‘Mejor ciudad, mejor vida’ ha sido interpretado de modos muy diferentes por los aproximadamente 190 países y 50 organizaciones internacionales participantes. El conjunto, dividido en cinco zonas —que agrupan respectivamente los países asiáticos; los pabellones temáticos y de organizaciones; los de países europeos, americanos y africanos; ejemplos de la industria moderna china; y los pabellones de empresas y buenas prácticas urbanas— queda ordenado por un eje de un kilómetro de largo cubierto por una estructura de membrana; junto a él destaca el rojo pabellón de China, bautizado como la Corona de Oriente, una pirámide invertida, construida según el estilo tradicional dougong, que aspira a convertirse en el emblema de la Expo. A juzgar por los tiempos de espera de los primeros días, entre los pabellones más populares se encuentran, además del chino, el ‘cesto de mimbre’ de España con Miguelín, el bebé gigante de Isabel Coixet; la ‘catedral de semillas’ del Reino Unido; la cinta continua de Dinamarca; el telesilla alpino del de Suiza; y el jardín geométrico vertical del de Francia. La representación española se completa con tres pabellones de ciudades en la zona de buenas prácticas: Madrid, Barcelona y Bilbao exhiben sus éxitos urbanos.