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Rotterdam Timmerhuis

¿Koolhaas juega en casa?

30/06/2016


¿Una versión del estructuralismo de Hertzberger? ¿El encuentro fortuito de una villa de Mies y otra de Eisenman (como quiere Reinier de Graaf, socio del siempre surreal Koolhaas)? ¿O un fastuoso derroche de cien millones de euros (como proclaman los adversarios del edificio)? Adosada a un viejo edificio municipal, la Timmerhuis de Rotterdam es todo esto y también un ejemplo de cómo las ambiciones arquitectónicas a menudo chocan con la realidad. Para explicar este extremo es necesario retrotraerse a 2008, cuando el proyecto ganó un disputado concurso más por el vacío que dejaba a sus pies que por su indudable potencia formal. Este vacío se pensó como gran pasaje público rodeado de comercio, sobre la que se dispondría una trama de vigas Vierendeel en la mejor tradición de Archigram para sostener una nube poliédrica de oficinas municipales y apartamentos comercializados por un socio privado; una nube cuya silueta decreciente evoca ahora los retranqueos de los rascacielos de Manhattan (aunque sin su remate). Con todo, los recortes acabaron afectando al proyecto, y en 2011 el Ayuntamiento renunció a trasladar al pasaje la zona comercial del City Shop, como estaba previsto, sin que esta decisión (firmados ya los convenios con los socios privados) afectase al planteamiento general del edificio. ¿El resultado? Un pasaje interior sin vida pero creado con la mitad del acero que en su día necesitó la Torre Eiffel. La moraleja es que, como cualquier arquitecto, Koolhaas no siempre gana... aunque juegue en casa.


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