Hay obras que son indisociables de la personalidad de sus autores, y la vitalidad contagiosa del paisajista brasileño Roberto Burle Marx es uno de esos ejemplos en los que la simpatía por el personaje hace casi imposible mantener una distancia crítica con su obra, una de las más prolíficas y coherentes del paisajismo del siglo XX. Conocedor a fondo de la flora autóctona, sus jardines participan del repertorio formal de esa vanguardia latinoamericana que tras la II Guerra Mundial reinterpretó con sensualidad, irreverencia y libertad el legado europeo del Movimiento Moderno. A las muchas publicaciones aparecidas antes y después de su muerte en 1994, se suma ahora una de las pocas en nuestro idioma: el libro editado por la arquitecta argentina Marta Iris Montero, que reúne un perfil biográfico de Burle Marx e incluye sus obras más destacadas con datos de agradecer, como la extensión de cada actuación o planos a escala con el listado de las especies vegetales empleadas. A pesar de que, como otros autores, Montero sucumbe al encanto del polifacético paisajista, el libro es una introducción bastante completa para los que quieran aproximarse a la ingente producción del brasileño.
