Kunsthaus de Bregenz

El mes de marzo, un jurado del que formaban parte, entre otros, Dominique Perrault, Oriol Bohigas y Wilfried Wang daba a conocer desde la Bauhaus de Weimar —este año capital europea de la cultura—el ganador de la VI edición del premio Mies van der Rohe de Arquitectura. Convocado con frecuencia bienal y destinado a edificios levantados en suelo europeo, este certamen había seleccionado previamente 33 obras finalistas entre las 123 propuestas por distintas asociaciones profesionales y un comité de expertos. La Kunsthaus construida por el suizo Peter Zumthor en la localidad austriaca de Bregenz se impuso en una última ronda frente a obras como el Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo, del español Rafael Moneo; la sede del Commerzbank en Frankfurt, del británico Norman Foster; una casa en las afueras de Burdeos, del holandés Rem Koolhaas; o la Fundación Beyeler en Basilea, del italiano Renzo Piano. Del centro de arte proyectado por Zumthor a orillas del lago Constanza —un cubo retraído que oculta sus galerías tras una envolvente de escamas de vidrio lechoso—, el jurado destacó sus cualidades espaciales, su refinamiento material y su acertada inserción urbana.