Ricardo Legorreta

En el marco de su último congreso celebrado en Pekín, la Unión Internacional de Arquitectos concedió al mexicano Ricardo Legorreta su medalla de oro, una distinción que desde 1984 destaca «el servicio al hombre y la sociedad a través de la arquitectura». Este galardón trienal había recaído con anterioridad en figuras como Charles Correa y Hassan Fathy, con trayectorias alejadas del star system internacional y desarrolladas en entornos económicos y sociales comprometidos. Con la elección de Legorreta —que afirma entender la práctica de la arquitectura como «rebelión contra la disciplina y la dominación del mundo» sobre su país—, el premio parece querer confirmar su trayectoria alternativa, aunque la figura del galardonado esté lejos de ser desconocida o necesitar reivindicación. Inspirada tanto en la tradición vernácula como en la abstracción de las vanguardias, y con una mayor libertad formal que la de su mentor, Luis Barragán, la arquitectura de Legorreta es capaz de llegar a todos los públicos: ofrece formas netas, colores vivos y texturas rugosas, enmarcando el paisaje con lo construido y estableciendo promenades sensuales dirigidas por planos de luz, sombra y agua.