Dos palabras definen el pabellón estival de la londinense Galería Serpentine, construido por Junya Ishigami: pintoresco y polémico. Pintoresco porque, de todos los edificios serpentinos que se han construido hasta ahora en los Kensington Gardens, este es probablemente el que mejor enlaza con la tradición paisajística del país, tanto por su forma sinuosa y su cubierta de lajas de piedra de la región de Cumbria como por el efecto que producen el contraste entre la pesadez de dicha cubierta y la esbeltez de los soportes que la sujetan: un homenaje al pintoresquismo inglés que no es sino fruto del pintoresquismo del propio Ishigami. Y polémico, porque al disgusto del arquitecto por la colocación de torpes mamparas interiores contra el viento, se ha sumado la denuncia de que, para desarrollar su proyecto, el japonés ha contado con becarios que no cobraron por su trabajo.