Memorias berlinesas:la fuerza de los límites

Enrique Sobejano 
01/01/2008


Tal vez David Chipperfield tenía en mente el verso de Goethe «In der Beschränkung zeigt sich erst der Meister» («Trabajando dentro de límites es como se revela el maestro») cuando, en uno de sus escasos textos escritos, afirmaba que «los límites de la arquitectura son su fuerza» (Theoretical Practice, 1994) anticipando, quizá inconscientemente, una convicción que con el tiempo habría de comprobar plenamente al enfrentarse al proyecto para la Isla de los Museos en Berlín. Aunque una primera lectura de su obra anterior y el primer recuerdo de sus edificios construidos deje la impresión de una diversidad de opciones que varían en función de cada ocasión y lugar, una lectura más atenta permite reconocer una trayectoria cohesionada y continua, apoyada en una voluntad de contención y limitación expresiva que lo distingue de las actitudes más formalistas de muchos de sus contemporáneos. Tras una larga carrera basada inicialmente en un conjunto de obras de gran precisión constructiva y cualidad espacial, en su mayoría de media o pequeña escala y realizada en diversos países, tal vez no resulte inadecuado afirmar que su vinculación con Alemania, con el establecimiento de una oficina en Berlín a partir del proyecto de la Isla de los Museos, haya supuesto un punto de inflexión y madurez que ha marcado y determinado el carácter y la escala de su trabajo posterior. La propia condición de work in progress que posee el proyecto berlinés es probablemente una acertada metáfora de su propia trayectoria como arquitecto: pragmática y empírica, poco dada a experimentalismos o a excesos formales, como tampoco a abstracciones teóricas a priori y sí comprometida con una paciente búsqueda de la claridad y densidad de una arquitectura que podríamos definir como realista, tan consciente de su concreción y de sus límites como de su decidida voluntad de permanencia en el tiempo y en el lugar...


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