I. Un volumen ligero de paneles metálicos apoyado sobre delgados pilares se eleva en medio de un denso bosque frente al mar, y permite que grandes pinos lo atraviesen y sigan creciendo, en una inusitada inversión de la imagen de la cabaña suspendida de un árbol.

II. El interior de enorme edificio público construido en la década de 1930 se vacía completamente para dejar al descubierto un espacio crudo y desnudo, como si se tratara de esas plazas del norte de África donde la acción humana se convierte en protagonista.

III. Una anodina torre de los años 1960 en la periferia de la gran ciudad se envuelve completamente con balcones y galerías acristaladas, mientras sus habitantes observan sorprendidos, sin moverse de su piso, cómo su sombría vivienda se transforma inesperadamente en un espacio más amplio y luminoso que se asoma al paisaje urbano.

IV. Una zigzagueante rampa se despliega y asciende desde la calle hacia amplias plataformas de hormigón configurando una incierta infraestructura urbana en continua transformación por la iniciativa compartida de los estudiantes, profesores y visitantes que la ocupan.

Estas síntesis narrativas, con referencias a situaciones inesperadas, incluso anormales, que podrían parecer el arranque de un argumento cinematográfico, son en realidad impresiones personales de cuatro obras arquitectónicas proyectadas y construidas por Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, arquitectos que en alguna ocasión han comentado su aspiración a hacer un proyecto como se hace una película, esbozando un guión cuyo montaje final pudiera acabar siendo diferente al inicialmente previsto...[+]