Opinión 

Lo pulido

La belleza en la era digital

29/02/2016


Lo pulido, pulcro, liso e impecable es la seña de identidad de la época actual. Es en lo que coinciden las esculturas de Jeff Koons, los iPhone y la depilación brasileña. ¿Por qué lo pulido nos resulta hoy hermoso? Más allá de su efecto estético, refleja un imperativo social general: encarna la actual sociedad positiva. Lo pulido e impecable no daña. Tampoco ofrece ninguna resistencia. El objeto pulido anula lo que tiene de algo puesto enfrente. Toda negatividad resulta eliminada.

También el smartphone obedece a la estética de lo pulido. El modelo ‘G Flex’, de LG, viene recubierto de una capa que se autorrestituye, es decir, que hace que desaparezca todo rasguño. Es, por decirlo así, invulnerable. Su recubrimiento artificial mantiene al smartphone siempre pulido. Además. el modelo es flexible y dúctil. Está levemente combado hacia dentro. Así es como se amolda al rostro y al glúteo.

Lo pulido no se limita al aspecto externo del aparato digital. También la comunicación que se lleva a cabo con el aparato resulta pulimentada y satinada, pues lo que se intercambia son, sobre todo, diferencias y complacencias, es más, cosas positivas. El sharing o compartir, y dar ‘me gusta’ representan un medio de pulimentado comunicativo. Los aspectos negativos se eliminan porque representan obstáculos para la comunicación acelerada.

Jeff Koons, que es el artista actual con mayor éxito, es un maestro de las superficies pulidas. En Koons no hay ningún desastre, ninguna vulneración, ninguna quiebra, ningún agrietamiento, y tampoco ninguna costura. Todo fluye en transiciones suaves y pulidas. Todo resulta redondeado, pulimentado, bruñido. El arte de Jeff Koons es un arte de las superficies pulidas. No ofrece nada que interpretar, que descifrar ni que pensar. Es un arte del ‘me gusta’. Koons dice que lo único que tiene que hacer el observador de su obra es emitir un simple ‘¡Wow!’.

Hoy, lo bello mismo resulta satinado cuando se le quita toda negatividad, toda forma de conmoción y vulneración. Lo bello se agota en el ‘me gusta’. La estetización demuestra ser una ‘anestetización’. Seda la percepción. Así es como la obra Wow de Jeff Koons también es una reacción ‘anestética’ que se opone diametralmente a aquella experiencia negativa de la sacudida, del verse derribado. Hoy resulta imposible la experiencia de lo bello.

Hoy no sólo se vuelve pulido lo bello, sino también lo feo. También lo feo pierde la negatividad de lo diabólico, de lo siniestro o de lo terrible, y se lo satina convirtiéndolo en una forma de consumo y disfrute. Carece por completo de esa mirada de medusa que infunde miedo y terror y que hace que todo se convierta en piedra.

Hoy, la industria del entretenimiento explota lo feo y lo asqueroso. Lo hace consumible. Lo repugnante que se ofrece en los reality shows de ‘superviviencia’ carece de la negatividad que pudiera desencadenar una crisis existencial. Se lo satina convirtiéndolo en formato de consumo.

La depilación brasileña deja el cuerpo pulido. Encarna el actual imperativo de higiene. El erotismo sucio deja paso a la pornografía limpia. Precisamente la piel depilada otorga al cuerpo una pulidez pornográfica que se percibe como pura y limpia. La sociedad actual, obsesionada por la limpieza y la higiene, es una sociedad positiva que siente asco ante cualquier forma de negatividad.

A la luz de la razón higiénica, también toda ambivalencia y todo secreto se perciben como sucios. Pura es la transparencia. Las cosas se vuelven transparentes cuando se insertan en flujos pulidos de información. Los datos tienen algo de pornográfico y de obsceno. No tienen intimidad, ni reversos, ni doble fondo. En eso se distinguen del lenguaje, que no permite una nitidez total. Los datos y las informaciones se entregan a una visibilidad total y lo hacen todo visible.

Este texto es un extracto de La salvación de lo bello (Herder).


Etiquetas incluidas: