El cortesano y el empresario
Koons en Versalles, Murakami en el Guggenheim de Bilbao
Jeff Koons destacó hace veinticinco años como cabeza visible del arte apropiacionista, una de las corrientes dominantes de aquello que se llamó postmodernidad fría, en contraposición al neoexpresionismo de Julian Schnabel o Jean-Michel Basquiat. El apropiacionismo recogía el legado del ready-made duchampiano pero en lugar de emplearlo como mecanismo de autorreferencia, de definición de los límites del arte, se servía de él como observación crítica sobre la cultura visual contemporánea. Buena parte del apropiacionismo de estos primeros años y, especialmente en el caso de Koons, se basaba en un cruce genético entre el ready-made, ciertos aspectos críticos del pop y una profundización semántica sobre mensajes de la cultura de masas. «Las piezas con aspiradores —declaró en alguna ocasión el artista— pretendían ser lo más objetivas posible: querían tratar con la historia de los ready-mades y añadir un toque de optimismo a esta historia»...