La arquitectura de los Juegos, un legado claroscuro
‘Livingstone, supongo’
Si se parte de la idea de que Londres suele considerarse como un semillero de talento para la arquitectura y el diseño, los edificios aquí analizados defraudarán en la mayoría de los casos; ninguno lo hará, sin embargo, tanto como el logotipo de los Juegos Olímpicos, que es, cabalmente, el peor jamás concebido. Por lo que respecta a los edificios, estos tienen su origen, en última instancia, en la época durante la cual Ken Livingstone fue el primer alcalde electo de Londres (2000-2008). Como alcalde, Livingstone será recordado, sobre todo, por haber desarrollado estrategias para combatir la congestión urbana, y por haber mejorado el transporte público. Al constatar que Londres está constreñido por su cinturón verde, pero está ganando de nuevo población, y carece, por tanto, de la posibilidad de extender su superficie excepto hacia el Este, Livingstone se dio cuenta de que la única salida consistía en aumentar la densidad urbana, de ahí sus planes para regenerar el empobrecido este de Londres y desarrollar la zona de Thames Gateway, extendiéndola aún más hacia el oriente de la capital. Esta última idea —que ya había sido avanzada durante el periodo que precedió a la alcaldía de Livingstone— se ha seguido manteniendo pese al hecho de que el este de Inglaterra se está hundiendo, que el nivel del mar sigue subiendo y que Londres sufre escasez de agua, por lo que el crecimiento de Thames Gateway tendrá insoslayablemente que habérselas con dos grandes adversarios: las inundaciones y la sequía...