Espacios evanescentes
De la celebración a la innovación
De todos los dispositivos arquitectónicos que se puedan vincular a la fiesta quizá sea el estrado, ese mecanismo técnico por el cual una ligera tarima se eleva sutilmente sobre el solado, el que mejor resuma las ambiciones de este particular linaje de arquitectura. En su sencillo mecanismo de elevación, el estrado revela el hecho fundamental de que la acción del que celebra se produce como una condición heterotópica, diversa respecto a la ciudad que normalmente habitaría, desplegando ante sí un nuevo espacio de libertad ganado directamente sobre el terreno. La sutil tarima escenifica también otra condición. Como espacio sin envolvente definida, el estrado representa la máxima expresión de un diagrama donde múltiples atmósferas o escenografías son posibles, un horizonte de potencialidades que remite a una arquitectura de vocación voluble, que llegado a un punto extremo podría alcanzar su propia desaparición. A lo largo de los siglos, la arquitectura como escenario de la acción ‘celebratoria’ ha jugado un papel fundamental en la búsqueda de nuevas libertades espaciales y en el desmantelamiento del espacio arquitectónico como ente monolítico, prefijado y estático, a través de distintas formas de innovación tecnológica que abren un nuevo camino hacia la ligereza, la flexibilidad y la adaptabilidad del espacio vivido...