Continúa el tramo final de las obras del edificio para la sede del Teatro Cervantes, en México D.F., proyectado por el madrileño Ensamble Studio. El proyecto (véase AV Proyectos 48) parte del diálogo compositivo entre lo telúrico y lo solar, planteado por dos piezas que se complementan entre sí. Por un lado, un volumen compacto y completamente enterrado acoge en sus cinco plantas un completo programa que cuenta con dos espacios escénicos y sus respectivos vestíbulos, así como con un espacio multifuncional y otros ámbitos destinados a instalaciones. Por otro lado, una singular pieza escultórica señala al exterior el emplazamiento del teatro enterrado, actuando como un señuelo arquitectónico semejante a una especie de punta cristalina de iceberg.

Concebido como una ‘piedra en el aire’, este cuerpo escultórico está constituido por un denso entramado de costillas metálicas pintadas de gris oscuro. Este entramado está formado por esbeltísimas vigas construidas con chapones de acero soldados entre sí, y se apoya sobre cuatro soportes que, a modo de cariátides o atlantes, se distribuyen de una manera coreográfica sobre la superficie de apoyo.

El cuerpo exterior es el primer hito de un itinerario que, desde el espacio abierto, conduce a un patio rehundido desde el que se accede a la parte telúrica del edificio, y que culmina en las salas de teatro enterradas, donde ‘parece como si el tiempo se detuviera’