Arte y cultura 

El polémico legado de Barragán

Un archivo y un diamante

César Cervantes 
31/10/2016


A su muerte en 1988, Luis Barragán dejó a su amigo Óscar Ignacio González todos sus objetos personales; a su también amigo Ignacio Díaz Morales le encomendó elegir la institución que considerase más adecuada para entregar su valiosa biblioteca. Este constituye entonces la Fundación de Arquitectura Tapatía (FAT) con el anhelo de formar una importante biblioteca de arquitectura y arte. El archivo de su práctica profesional se lo deja a su amigo y último socio, Raúl Ferrera Torres, quien lo conserva con devoción y, al morir en 1992, lo lega a su mujer, Rosario Uranga.

Para entender los hechos recientes en torno a la atropellada polémica de Barragán y su archivo, hace falta un análisis serio. Al parecer, como dueña del archivo y de los derechos de autor, Rosario Uranga se sintió rebasada y amenazada. Para atender sus intereses y prioridades de tipo familiar y patrimonial, la señora Uranga, en 1993, ofreció el archivo al Estado mexicano, a diversas instituciones y universidades, así como a algunos particulares, por un precio que al parecer no llegaba al millón de dólares (un precio comparable al valor de cualquier pieza de arte contemporáneo regular hoy). Nadie se interesó en comprarlo...[+]


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